viernes, septiembre 10, 2010

Niños y Niñas en el Plantón Molino de las Flores
Octubre 2008



Testimonio Fiel
Plantón Molino de las Flores
Texcoco, Edomex.

El pasado 12 y 19 de Octubre del 2008, el Sector Niñas y Niños de  La Otra Campaña en el Distrito Federal convocó a los niños y niñas adherentes y a los niños y niñas en general, a participar en un actividad en el campamento instalado en las afueras del penal del Molino de las Flores en Texcoco, Estado de México.

La propuesta consistía en invitar a los niños y niñas participantes a dejar un mensaje de aliento para los presos y sus familiares, secuestrados por el gobierno mexicano desde mayo de 2006, así como para los compañeros y compañeras que estoicamente conforman el plantón desde hace ya dos años.

Con la participación de principalmente jóvenes adolescentes del Frente del Pueblo (FP), organización adherente de La Otra Campaña en el DF, y con el acompañamiento, no programado, de alumnos del colegio de bachilleres No. 10, mejor conocido como el “Bacho 10”, la actividad logró alcanzar sus objetivos.

Si bien los jóvenes del Frente del Pueblo cuentan en su haber generacional con una historia de lucha llevada a cabo por sus padres y familias desde el temblor de 1985, los chavos del Bacho 10 tuvieron la oportunidad de sensibilizarse políticamente con una enriquecedora y fructífera plática sobre lo que es la represión, el por qué del plantón, la historia de lucha del pueblo de Atenco, e incluso cuestiones de política nacional de los últimos momentos. Charla que amenamente impartieron los compañeros y compañeras del plantón.

Previa a esta sensibilización, se les invitó a dejar plasmado, en una manta o cartel, lo que les había dejado dicha plática, lo que habían aprendido o comprendido de lo escuchado, en una especie de intercambio testimonial que dejara en el papel lo vivido y aprendido. La idea era dejar un mensaje de aliento, de apoyo, de acuerdo o desacuerdo con lo que pasaba en país y dirigido a los compañeros del plantón o bien a los presos, presas y sus familias.

Más pronto que tarde, y muy entusiasmados, los chavos llevaron a cabo la actividad sin ningún problema. El único contratiempo fue no encontrar agua suficiente para despintarse las caras y manos que bulliciosamente se habían embarrado entre todos.

Las mantas, los carteles, quedaron ahí, atados a las rejas fuera del penal o acompañando las lonas descoloridas de la cocina del plantón. Ambos, como testimonio fiel, y con mucho corazón, de que a los niños, niñas y jóvenes en México les indigna la injusticia.